lunes, 15 de abril de 2013

Vuelta a los orígenes


Y por fin el Atleti volvió a sus orígenes. Y en el día más bonito del club: en el día de los niños. Volvió a ser el que nos tenía acostumbrado hasta hace cinco encuentros y el que arrollaba sin piedad a sus rivales. Esta vez su víctima iba a ser un débil Granada que desde el minuto dos levantó las manos y se dejó llevar hacia la goleada.

Porque mientras el personal se quemaba bajo el poder de Lorenzo (que también volvió con la llegada de la diosa Primavera), el Atleti se presentaba en el Calderón con las ganas de reaccionar tras sus últimos malos partidos. Y no tardó en hacerlo.

Porque, aunque algunos lo duden, a Diego Costa le gusta hacer sonreír a los niños y si son rojiblancos mejor. Pues no dudó en hacerlo y ya en el minuto dos les sacó la primera sonrisa al rematar un genial centro de Koke. Y con el primero, todo fue más fácil. El Atleti iba a recuperar su toque, iba a recuperar esa presión asfixiante e iba a recuperar esa facilidad goleadora que le había hecho convertirse en el equipo más goleador de Europa en su casa.


Ahora tenía que volver a los orígenes Falcao, ahora tenía que volver a ser ese tigre que aterraba a las defensas porque el calendario se lo pide y porque él sabe que rondando cerca del área es el doble de peligroso que lejos de ella. Esta vez lo hizo y marcó dos goles importantes para él. El primero a los pocos minutos del de Diego Costa al cerrar una contra perfecta del Atlético: lanzada por el Cebolla Rodríguez desde su campo, enlazada con Diego Costa y su pase horizontal a Falcao que marcaba a boca de gol. Los niños volvían a sonreír y ahora con el gol de su ídolo, con el gol de Radamel Falcao: el killer oficial del Calderón.


El Atleti estaba recuperando su identidad y Falcao no quería quedarse atrás.  Gabi presionaba, Juanfran volvía a galopar por su banda y otros como Diego Costa, como Filipe Luis o como Koke no necesitaron recuperar su identidad porque nunca la perdieron.

Tras el descanso, el Atleti volvió (perdonen la redundancia pero ha sido tarde de vueltas) a machacar a su rival y esta vez con el balón parado: el reino de Koke. Y de nuevo fue Falcao (en el minuto 47), cazando un balón en su hábitat, en su querida área, tras otro gran centro de Koke. La fiesta ya era total y los niños veían a su Atleti ganar. Algo precioso. Pero su Atleti quería más y el cuarto llegó por parte de Raúl García, otro jugador que volvió a los orígenes, volvió a parecer al del inicio de la temporada, a ese jugador que ayudaba en defensa y que aportaba goles a la medular. Y el quinto lo hizo Filipe (temporadón del brasileño) que picó el balón a Roberto tras culminar una bonita pared con Adrián.

Ya los niños no podían parar de cantar y de reír. Pero aún había tiempo para hacer reír a otro niño a un Óliver Torres que pudo disfrutar de casi media hora en su casa, en el Calderón.  Y si el disfrutó, los aficionados congregados en el templo rojiblanco, también. Porque Óliver dio velocidad al juego, dio una lección de que se puede jugar al primer toque y de que se pueden hacer cambios de juego sin que se te caiga el pie. Y el Calderón lo agradeció, las ovaciones al chaval fueron constantes y con un 5-0 a favor todo lo nuevo es más fácil de recibir.

Tan feliz fue el domingo para los atléticos que pudieron tumbar una leyenda que corría por el Calderón en los últimos meses: el saber si Insúa existía o no. Porque por fin se pudo ver al argentino, un hombre que ni los más jóvenes del lugar sabían si era rubio o moreno. Aun así, ya se lo digo yo: el chico es moreno, zurdo, lleva zapatillas naranjas fosforitas y no dejó en mal lugar a la banda izquierda, a la propiedad de Filipe Luis.


En definitiva, el Calderón y los niños vieron un partido donde el Atlético decidió volver a los orígenes, a esa presión, a ese toque y a activar la máquina arrasadora.

En definitiva, los niños volvieron (aunque en realidad nunca han dejado de hacerlo) a sonreír con su Atleti. Vale, los más mayores también.