Tantos años buscando en quién fijarte, tantos años yendo al
Calderón y únicamente mirando a un delantero jovencito, con el número ‘9’ y con
el nombre “Torres” a la espalda para darle las gracias por sostener a un
equipo que, lamentablemente, sabes que está muy hundido. Tu equipo. Un grupo
donde sólo uno o dos sienten la camiseta y defienden orgullosos lo que a ti te
toca defender al lunes siguiente.
Ahora, llega el lunes y se sigue sacando la
rojiblanca para defenderla, pero con un plus más, con un orgullo tremendo porque
ahora sabes que no estás sólo. Ahora, el día anterior en el verde unos
guerreros han hecho lo que tú vas a hacer la mañana siguiente: defender la
rojiblanca, defender al Atlético de Madrid.
Hace una semana, tras lograr
la Liga, grité orgulloso lo que sentía por estos jugadores; una semana después,
tras el palo más duro en mucho tiempo, pienso lo mismo. No sólo se cierra una
temporada histórica, se cierra algo mucho más grande: tener a unos guerreros de
verdad que te representan cada semana.
Porque todo es más fácil si el que dirige todo, il capo, es un señor que entiende lo que
sientes. Que sabe que el día siguiente al partido puede ser muy duro y él desde
el banquillo con su traje negro te ayuda para que el lunes sea un buen día.
Simeone es así, sabe lo que sentimos porque él lo siente.
Todo es más fácil si el que lleva el brazalete siente lo
mismo que tú, que ha sufrido como sufres tú. Nada puede salir mal, siempre
estarás bien representado si tu capitán es un hombre que vive y siente lo mismo
que tu entrenador –y por consiguiente lo mismo que todos los hinchas-. Un señor
que sigue corriendo y sudando hasta desteñir la rojiblanca cuando el campeonar
en Europa era ya imposible. Gabriel Fernández es así, un guerrero que después
de ganar la Liga se quedó alucinando, como todos los atléticos, por lo que
habían logrado. Quizás no ha levantado la Orejona, pero ha levantado el orgullo del colchonero y eso siempre estará en nuestra memoria.
Todo es más fácil si el portero que no es de tu propiedad, llora de emoción, grita "Vamos, tronco" cuando vencemos y se gira mirando a la grada para celebrar un gol de sus compañeros con sus aficionados. Courtois es así, un guerrero que, por desgracia, en los papeles pone que no es de nuestro dominio pero que es uno de los nuestros y siempre lo será.
Todo es más fácil si tu lateral derecho en las dos finales
contra el eterno rival sigue en el campo luchando, cortando y despejando
balones cuando los gemelos y las piernas inician un conato con el fin de
derribarle. No lo consiguieron. Juanfran es así, porque hemos visto a su hijo
Óliver más veces con una rojiblanca que con una camiseta de calle. Puro orgullo.
Todo es más fácil cuando el central que te ha dado una Liga
se ha tomado al pie de la letra la frase más mítica de Luis Aragonés y no
permite que pisen este escudo. Godín es así, porque cuando se señala el escudo
o se agarra la camiseta con rabia tras cabecear a la historia sabes que es algo
que le sale muy de dentro.
Todo es más fácil si tu otro central, el que rompió una
maldición histórica, sabes que seguirá vistiendo a sus críos con la camiseta de
papá y pudiendo llevarla muy orgullosamente. Miranda es así, verle llorar
mientras sus hijos le consuelan te parte el alma pero a la vez te levanta
orgulloso. Miranda y sus hijos representan al Atlético: uno consuela al otro para seguir adelante pero con la cabeza bien alta.
Todo es más fácil si la melena rubia que desangra la banda
derecha del rival es un guerrero que se tiene que ir del campo tieso porque se
lo ha dejado todo. Filipe es así, después de romperse la pierna, le dio
su alma a Simeone –y por consiguiente a todos los atléticos- y ahora está teñida de
rojiblanca.
Todo es más fácil si uno de tus capitanes, horas antes de la
finalísima confiesa que llevará al Atleti por todo el mundo cuando ya no vista
su rojiblanca. Tiago es así, el Paulo Futre del siglo XXI. No me extrañaría oírle
dentro de poco decir: “He estado en
el equipo más grande del mundo aunque la historia no lo diga, lo dice mi
corazón”.
Todo es más fácil si la última perla canterana derrocha
coraje y corazón por los cuatros costados. Cojea y sigue luchando. Cojea y
sigue manteniendo balones y regateando rivales. Koke es así, es como nosotros:
no va con los de blanco ni en el futbolín. Porque como dice su novia: “El sentimiento siempre será invencible... y
eso nunca se podrá comprar con dinero. Se van por la puerta grande nuestros
guerreros! Gracias”. Y Koke derriba esa puerta a base de esfuerzo y clase.
Todo es más fácil si el que hace tiempo no era aplaudido por
la afición, hoy es uno de los capitanes y levanta orgulloso a la afición. El Raulismo ha calado fuerte. Y ha calado a
base de entender la filosofía cholista. Él es uno de los que mejor la
representa: su esfuerzo no se negocia. Raúl García es así, Rulo es lanzarse con
un 4-1 contra el Milan para robar un balón. Una pasión que le ha penetrado bien dentro.
Todo es más fácil si tienes entre los tuyos a Arda Turan,
creo que no hace falta decir nada más de Ardios. Él es el encargado de ponerle al orgullo su toque
de elegancia.
Todo es más fácil si tienes entre los tuyos a un campeón del
mundo, que ha ganado todo, y le ves luchar por robarle un balón al rival. David
Villa es así, ha mamado el guardiolismo, el luisaragonismo y está amando e interpretando el cholismo. No se le caen los anillos, no pone una mala cara y es el primer
guerrero en bajarse al barro para luchar. Verle cantar el himno del Atleti, con tan sólo 9 meses en la casa, es algo que emociona.
Todo es más fácil si tu estrella es capaz de luchar a muerte por conseguir que todos los atléticos se abracen gritando su gol. Diego Costa es así, si no que le pregunten a la madera azulona (pobre palo de Getafe que todavía sigue lesionado). Ha sudado para estar en la final de Champions, sacó una sonrisita a todos cuando le vimos esprintar en la previa, nos dejó mudos cuando le vimos salir del campo en el minuto 9, pero Diego Costa puede estar muy tranquilo, lo ha dado todo por el Atlético y, como diría Julio Iglesias: y lo sabes.
Todo es más fácil si los que no suelen ser habituales,
luchan y sufren por la misma camiseta que tú te pones cada domingo y cada lunes
cada vez que salen al campo.
Todo es más fácil si miras a la izquierda, miras a la derecha y ves a atléticos cantar el himno horas después de perder una final teniendo a los jugadores a cientos de kilómetros. No traten de entenderlo, de verdad.
En las derrotas es cuando más sale el orgullo y si a eso le sumas que tus jugadores, sienten lo mismo que tú, te enorgulleces el doble. Por eso, como dice Simeone, no hay que derramar ni una lágrima en la derrota porque estos guerreros nos han defendido durante todo el año como lo haríamos nosotros si tuviéramos las cualidades dignas para jugar al fútbol. Y la única lágrima que se nos permite que sea una gota rebelde provocada por la palabra más repetida en este escrito: por orgullo. No son grandes, son enormes.