miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un buen año

Negar que ha sido un buen año es como negar que Ruiz-Mateos no es un ladrón. Las cosas como son. Dos títulos para acabar 2012 y un estilo de juego con las ideas marcadas es acabar con buena cosecha el año. Cuando empezó el año, nadie pensaría que acabaría así, había un equipo enfermo y un salvador como doctor. El 23 de Diciembre del 2011 llegó Diego Pablo Simeone y cambió el rumbo de nuestras vidas.


Ese cambio era difícil, de ver a Manzano en el césped del Calderón, bueno, en el asiento del banquillo, a ver a Simeone corriendo de un lado para otro, por lo menos algo cambiaba. El equipo necesitaba impulso y espíritu, algo que se había perdido con Manzano. El equipo necesitaba conectar con la afición y quién mejor que Simeone para reengancharlo. Poco a poco, se parecía el equipo a lo que Diego Pablo quería, equipo junto, once guerreros y siempre luchar por los tres puntos. Y la afición lo veía.

Cada partido con Simeone en el banquillo era una nueva cita de la afición para enamorarse del equipo. El amor se olía. Primero había que curar al enfermo, luego ponerle guapo y por último buscarle retos que pudiese lograr. Todo de la mano de Simeone y su equipo técnico como médicos y asesores. 

Un equipo campeón empieza por la defensa y no se puede buscar una recuperación con las defensas bajas. El ‘Cholo’ lo sabía. Godín-Miranda iban a ser los encargados de derrumbar los fantasmas que acechaban por el Calderón cada vez que atacaba el rival. Filipe volvería a ser ese lateral largo y letal que se había quedado en tierras gallegas y Juanfran iba a ser el experimento favorito del doctor. Juanfran no iba a ser una venda sino una vacuna letal para acabar con los virus que acechaban por la banda derecha del Calderón.


Si se tiene una buena defensa, los de arriba disfrutan más. Y el talento siempre está entre el trequartista y el delantero matador. De eso teníamos. Sólo se tenía que explotar. Y Simeone se volvía a encontrar con uno de sus alumnos más aventajados, volvía a ver a Falcao. La melena no había cambiado, el ansia tampoco. Acentuarlo era la tarea de Simeone, una de sus favoritas y lo logró. Falcao con Manzano era el tigre adormilado que si le buscabas le encontrabas. Ahora, con Simeone era el tigre activo que te buscaba y te encontraba. Ya tenía al hombre que te resolvía partidos. 

Faltaba buscar el talento que busca al delantero y si de eso también teníamos, mal se te debe dar si no lo aprovechas. Teníamos a Arda, un turco controlador del tiempo y a Diego Ribas, un brasileño que invitaba a bailar a la pelota en cada jugada. En definitiva, teníamos equipo. Simeone lo sabía y no tardó en aprovecharlo. 


Las victorias y la seriedad defensiva empezaban a llegar. De los seis primeros test del Cholo (Málaga, Villarreal, Real Sociedad, Osasuna, Valencia y Racing) ninguno logró atravesar la portería de Courtois. Algo estaba cambiando, se parecía encontrar el camino a seguir. La defensa empezaba a ser importante y el talento era el que definía los partidos. 

El espíritu del Doblete estaba por llegar. Se le veía venir y sólo faltaba una competición copera para quedar con él. Esa competición era Europa, fuera de la Copa del Rey (eliminación en era Manzano), la Europa League se planteaba bonita para brindar a la afición una alegría.

El punto de inflexión, no fue la goleada en Anoeta, ni el buen partido ante el Villarreal, sino la victoria en Roma. Era el debut de Diego Pablo como técnico en competición europea y sus chicos no querían dejarle mal. El partido se resume en unas declaraciones posteriores que hizo Simeone: "Hoy, una vez más, jugando en un campo difícil, ante un equipo importante y con 1-0 abajo, los jugadores supieron responder". Esa lucha que se demostró en Roma fue lo que llenó de orgullo a la hinchada rojiblanca, se sabía que el orgullo iba a ser una palabra muy importante entre la afición. Y muestra de que Simeone respeta a la afición es el comentario en directo sobre el partido que he encontrado en una página, que dice algo así: (min 89) Simeone sigue presionando a los suyos y no les deja ni un minuto de relax...Añaden tres minutos.



 Eso es el Cholismo. El esfuerzo no se iba a negociar y a 16 de Febrero nadie se podía relajar. Mientras tanto, las victorias y la lucha en Liga llegaban. Se estaba lejos de Champions pero se tenía que intentar. En Europa, la Lazio ya había caído, el Besiktas también y tocaba ir a Alemania a finiquitar lo que no se podía haber acabado en el Calderón. De eso se encargó Adrián. 

Si el ‘Cholo’ en la previa del partido dijo que había que jugar con “inteligencia y personalidad”, Adrián no quiso contradecir a su entrenador y se encargó de deleitarnos con su talento y su inteligencia. Fue su noche, cuando más sufría el equipo, menos nervioso se puso. Invocó al genio de la lámpara y éste entró por su pie derecho para barrer y derrumbar a un equipo alemán venido a más. Ahí acabó la batalla de Alemania. Otro más había caído y uno ya soñaba con Bucarest. La verdad que empecé a soñar desde el día del Estadio Olímpico en Roma. La actitud y el ansia en Roma me hicieron soñar pero todavía se estaba lejos. Después de Alemania, ya el camino estaba más cerca.


Europa ilusionaba pero en la Liga quedaban un par de cuentas pendientes que no se pudieron cobrar. Culés y merengues se escapaban vivos del Calderón, y la Champions League se ponía a tiro. Algo inimaginable a finales de 2011. 

Después de viajar por Europa, por los países más desarrollados y peligrosos, tocaba cerrar el círculo en casa, en España. Con la camiseta de Zigic en la mente, llegaban las semifinales y llegaba el Valencia con aires de venganza. 



La tontería se la quitó Falcao y el planteamiento cholista. Porque la ida no se jugó en el Calderón con 55.000 atléticos sino se jugó  con todos los atléticos del mundo. Ese día fue uno de los mejores de la temporada. La lucha, la ansia, la guerra y el orgullo tenían un color y no era blanco, sino rojiblanco. Todos recordaremos esa noche de jueves 18 de Marzo. Todos recordaremos esa asfixia a la banda izquierda de Jordi Alba, desbordado por un turco, dos españoles y un brasileño. Ese escorzo colombiano, esa zancada asturiana, ese salto de ese gran defensa brasileño y esa zurda (que tantos gritos de gol traería después) también colombiana. Porque ese 4-2 fue un canto al sentimiento rojiblanco. Porque ver a Adrián correr en el minuto 80, con un 4-1, para evitar que salga un balón fuera es lo que siempre habíamos soñado. Porque ver a Simeone intentar rematar una volea desde su área técnica era la rabia que todos teníamos. Para mí (que pude verlo en directo), fue lo mejor del año. Empequeñecer tanto a un rival era algo que nunca había visto, ver presionar a unos muchachos que vestían de rojiblanco era lo que siempre quería ver y esa noche me lo regalaron.



La final estaba cerca pero para ir a Bucarest antes hay que pasar por Valencia, quedaba la vuelta. Pude ir a Mestalla y el run run entre los nuestros existía. El segundo gol del Valencia en el último minuto dolió pero sirvió para dar color a una vuelta apasionante.

Con Mestalla transformada en el Calderón, y no por sus hinchas locales, nada podía salir mal. Si a eso sumamos que Adrián quería más del genio, pues genial (nunca mejor dicho). Se aguantó el empuje como en Alemania y Adrián mató a los valencianos con otro golazo, como a los alemanes.


El trayecto hacía Rumanía ya era limpio, sin parones. El 9 de Mayo nos esperaba. Y el Athletic buscaba frenarnos.

Pero los únicos vascos que lograron frenarnos fueron los donostiarras de la Real Sociedad. Venían a Madrid con ganas de venganza, tras la goleada atlética en sus tierras, y el mexicano Vela sería el encargado de vengar a los suyos. Porque un 2 de Mayo (día especial para los madrileños), Vela decidía robarnos la Champions en un barullo en el área hacía el gol visitante en el 92. La victoria estaba cerca y nos daba muchas papeletas para jugar la alta competición la temporada siguiente pero ese empate sería letal porque esos dos puntos perdidos serían los que nos separaría del cuarto clasificado. Dos míseros puntos perdidos en el último minuto. Se sabía que ese gol nos condenaría pero teníamos una semana después el placer de olvidarnos por un momento del gol mexicano.


Ya era 9 de Mayo y ya era día de los grandes, de los que llevas tiempo esperando, de esos días que sigues haciendo el mismo ritual que hiciste dos años atrás pero en distinto escenario y contra distinto rival. No pude ir a Rumanía pero la ilusión se palpaba por cualquier rincón de Madrid. Todos queríamos revivir lo que se vivió un 12 de Mayo de 2010 y Simeone lo sabía. En frente se tenía al favorito para todos, al Athletic de Bielsa que venía de eliminar a un United y en Old Trafford , era el favorito de la prensa y eso al ‘Cholo’ le gustaba.


Si contra el Valencia despertaron nuestro orgullo, en Bucarest lo reventaron.  Salieron como salen los grandes, salieron a pisar al rival desde el minuto 0 y si tienes a Falcao como tanque oficial nada podía fallar. Falcao no falló. Se presentó ante el mundo y con dos zurdazos dijo: “Estoy aquí”. El mejor ‘9’ del mundo se había presentado a la final, primero con un golazo imparable y segundo durmiendo en el área a portero y a defensas para matar la final. 2-0 y Falcao agradeciendo a Dios las virtudes que le había dado. Nosotros también. Todavía quedaba el cierre genial a la final, quedaba el gol de Diego Ribas, la sangre de Arda y los cánticos de una afición entregada a un equipo orgulloso. 3-0, ni en nuestros mejores sueños. Era una realidad, dos en tres años.


En cinco meses, Simeone había despertado a la afición, había hecho un equipo campeón y había recuperado una seña de identidad.

Si el verano iba a ser catastrófico con los rumores y posibles salidas, Mónaco nos iba a compensar con una Supercopa ante el todopoderoso Chelsea. Una nueva oportunidad para dar un golpe en la mesa y hacer sonreír a los niños. Ni los más viejos del lugar recuerdan algo parecido incluso muchos lo calificaron como “el mejor partido de nuestra historia”.


Porque yo eso lo había escuchado muchas veces y nunca se referían al Atleti. Siempre hablaban de los blancos o de los blaugranas, incluso de valencianos y de sevillanos pero ahora tocaba al grande rojiblanco escucharlo. De lo que pasó en la Supercopa todos lo sabemos, sabemos que Falcao reventó a un Chelsea con un hat-trick, que el Atleti bailó y dominó al Chelsea como quiso y que Torres veía de azul lo que quería ver como rojiblanco. Porque el Atleti hizo tan pequeño, pequeño, pequeño al Chelsea que ni en la pequeña ciudad monegasca se pudo esconder.

Simeone, Falcao y el Atleti había hecho sonreír, de nuevo, a los críos. Algo que no tiene precio.


Era el inicio soñado para una nueva temporada. Una nueva temporada de locos, segundos, batiendo récords históricos y llevando el orgullo atlético por todos los lugares de España. Se había llevado por toda Europa pero no por España. Este final de año es fantástico, el equipo está enchufado, hay comunión con la afición y lo mejor de todo es que nos queda mucho por disfrutar.  2012 se cierra con una mirada atrás. Con una mirada a Bucarest, a Roma, a Alemania, a Mónaco y a España. Una mirada que nunca olvidaremos.


Se puede decir que ha sido un buen año, sí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario