Diego Pablo Simeone || Foto: mundodeportivo.com |
Es ese cambio de vida. Ese coger las maletas y marcharte a
vivir al extranjero casi por obligación. Imaginen un destino. Uno donde toda su vida anterior cambie casi al 100%. Distinto idioma, distintas
costumbres. Ese cambio le ha pasado al Atlético de Madrid este verano. Sería más sencillo hacer caso al genio de Sabina con un “pongamos
que hablamos de Madrid”, pero entonces nada habría cambiado. Vayámonos lejos.
Vayámonos a la disciplinaria Alemania (con “la Merkel” de por medio no hay
tanta diferencia entre España y Alemania, oiga). Puestos a elegir, elijamos Berlín que al ser capital no nos afectarán tanto
los cambios. De capital a capital.
Adaptarnos a la fría Alemania y a su diferencia con España no será tarea fácil. Si a eso le sumamos que en la mudanza se han perdido el sofá
y la televisión que tanto significan para el día a día familiar pues la cosa se
pone un pelín complicada. La familia sigue, el espíritu permanece pero hay que
vivir este nuevo reto, esta nueva ciudad. Simeone sigue, el cholismo
también; con eso todo es más fácil pero el sofá y la televisión que tanto
placer nos han dado (bendito descanso que brindaba ese sofá belga y ese HD de la caja
tonta brasileña que tanto nos gustaba) ya no están.
Courtois, Diego Costa y Filipe (Villa, Adrián, Sosa, Diego)
son los que proporcionaban parte de ese deleite y ahora hay que reemplazarlos. El
fútbol no entiende de esperas, los aficionados no conocen la paciencia y las
bestias insaciables futbolísticas llamadas Madrid y Barcelona no tienen
compasión.
Alejados del Mediterráneo y centralizándonos por Europa pasamos por el Ikea (ya que no hay tanta distancia entre Alemania y Suecia) a traer a los protagonistas que busquen hacer olvidar a esos pilares perdidos en la mudanza. A Moyá/Oblak, Mandzukic/Griezmann y Ansaldi/Siqueira les ha tocado bailar con la más fea y más tras lo conseguido la temporada pasada donde las expectativas estaban por las nubes.
Alejados del Mediterráneo y centralizándonos por Europa pasamos por el Ikea (ya que no hay tanta distancia entre Alemania y Suecia) a traer a los protagonistas que busquen hacer olvidar a esos pilares perdidos en la mudanza. A Moyá/Oblak, Mandzukic/Griezmann y Ansaldi/Siqueira les ha tocado bailar con la más fea y más tras lo conseguido la temporada pasada donde las expectativas estaban por las nubes.
Madrid es el pasado, ahora ya estamos en Berlín. El estilo
de vida madrileño ya ha cambiado y hay que adaptarse a lo que te pide el mundo
alemán. El estilo atlético diegocostista te pedía una forma de jugar: abrir el
campo, buscar las caídas de banda del delantero brasileño y el contragolpear
para que él hiciese el resto ha traído una Liga y casi una Champions (el estilo
era ese, pero no el único registro que ha servido para campeonar). El rock n’
roll de Madrid ya se ha dejado atrás.
Ahora hay que vivir en Berlín. Un estilo de vida distinto. Y
si encima hay un tal Guardiola que se ha instalado en Alemania promoviendo el
juego de toque pues hay que acoplarse a lo que exigen los nuevos retos. Eso está buscando el Atlético porque es lo que le pide el cuerpo -las
características de los nuevos son distintas a la de los antiguos- y lo que no es sólo el cuerpo, porque para
superar el crecimiento de tus rivales hay que ir más allá en tu juego
(acercarse al juego desplegado en Stamford Bridge haría a este equipo casi
invencible).
El juego está cambiando, el Atleti domina (aunque el plan contra los equipos "grandes" sigue siendo el mismo) y genera el triple
de ocasiones que en la otra vida madrileña pero no está siendo tan práctico
como en otros años. El fútbol es así de caprichoso: cuanto más lo mereces,
menos te da. Pero el tiempo te pone en tu lugar: si lo has buscado con ahínco,
lo encontrarás. El cambio de estilo llegará a buen puerto. Tener a jugadores
como Griezmann, Koke, Arda y Cerci te pide que tener el balón sea tu forma de
jugar y cuando los buenos se juntan siempre acaban ganando. Todo esto sin
olvidar lo que tenías en tu otra vida española: la seguridad y disciplina
defensiva y el poderío a balón parado.
Las dudas sobrevuelan la ribera del Manzanares, pero no hay
que olvidar que el cabeza de familia que nos ayudará a la adaptación berlinesa sigue siendo el mismo que nos llevó a conocer todos los rincones de Madrid. Dios salve a Diego Pablo Simeone.
Ya que con él las montañas de arena se diluyen como los castillos de tierra playeros
cuando son abrazados por las olas.
Y una última cosa: ya que nos hemos ido a vivir a Berlín quedémonos
mínimo hasta el 6 de junio siempre superando el día a día.