viernes, 20 de enero de 2012

Bendita monotonía...

Últimamente se está llevando por costumbre el encontrarse con un clásico cada 2 o 3 meses. Se podría decir que es como esas películas que ponen todas las tardes de sábado y domingo en Antena 3. El argumento suele ser siempre el mismo, quizá cambia el desenlace pero es muy poco probable. Las repiten cada X tiempo y es comprensible que más de uno se sepa hasta los diálogos de dicho film.

Lamentablemente con los clásicos pasa exactamente lo mismo. Madrid y Barça son los rivales a batir por cualquiera. Es probable que actualmente sean los dos equipos más fuertes del mundo (salvando las distancias entre ambos), y también es probable que en ellos estén los mejores futbolistas del planeta. Lo que no varía son sus enfrentamientos. Desde 2008 estamos viendo una repetición constante. Un equipo a rayas deja en blanco (y nunca mejor dicho) a su rival. Le tiene aprisionado, ahogado, compungido. No le deja moverse, no le deja pensar, no le deja reaccionar. La única excepción es la final de Copa del Rey del año pasado, en la que Cristiano Ronaldo calló al fondo culé a base de un testerazo digno del gran Santillana. Tampoco me olvido del Santo, que probablemente hizo un partido de 10.



Pero eso fue sólo una excepción. El desenlace sigue siendo el mismo. El Madrid termina los 90 minutos extasiado y sin recompensa. No consigue ganarles de tú a tú, y tampoco consigue sacar un resultado positivo tirando de músculo.



José Mourinho es para muchos uno de los mejores técnicos del mundo. Un estratega que tira de tácticas para derrotar a su adversario. Clarividente y provocador, pero con muchos títulos en su palmarés particular. Ni siquiera él sabe cómo reaccionar ante las oleadas del conjunto catalán.



Si dijera que los culés son invencibles, mentiría. Esta temporada tenemos de muestra varios equipos de la liga BBVA que les han sacado los colores. Lo que está claro es que en los clásicos es un equipo de 11, si cabe. Empiezan dormidos, reciben un gol y en ese mismo instante dejan atrás su letargo, arrinconando al rival en un rondo como si fueran críos de 4 años en el patio del colegio.



Gran parte del mérito es del Barcelona, evidentemente. Lo que no me explico es la actitud de los jugadores madridistas. Se supone que es un clásico y tienen que salir a morir por ese escudo que llevan en el pecho. Se supone que tienen en el banquillo a un analista con piel de lobo. Se supone que tienen en el campo a 11 tíos capaces de dejarlo todo por ganar a su eterno rival. Entonces, ¿cómo es posible que no sean capaces de dar la cara? ¿Cómo es posible que se agazapen con un gol a favor? Y por supuesto, ¿cómo es posible que tropiecen una y otra vez con la misma piedra? Se probó a jugar con 4-2-3-1 ofensivo, se ha probado a jugar con trivote… ¿el resultado? 1 victoria en 9 clásicos jugados desde que está Mourinho en el banquillo vikingo. Una cosa es que el Barcelona sea un equipazo –que lo es, no hay duda–, y otra que el Madrid no sea capaz de tirar de casta y coraje. Porque al fin y al cabo es lo que les falta, además de calidad en el mediocampo.
¿La solución? Debería saberla el portugués, que es el que cobra, principalmente. Desde luego si la sabe la tiene bien escondida, algo que personalmente dudo.
Bien es cierto que el juego del Barcelona es difícil de contrarrestar. Al tener tanta técnica en su XI es casi imposible arrebatarles el balón, pero eso no quita que el Madrid no sepa qué partido está disputando.
Me da igual que sólo tengan a Casillas como madridista ilustre, me da igual que el resto sean extranjeros. Porque ya no es sólo una lucha entre rivales históricos, sino una batalla de honor. El Madrid ha salido vapuleado en varias ocasiones. ¿Eso no hiere el ego de los merengues? Porque debe dolerle hasta a los menos comprometidos, con humillaciones cada dos por tres.



Miro al pasado y veo clásicos perdidos, ganados o empatados. Pero sobre todo veo COMPROMISO y huevos.
¿Es tan difícil tirar de eso? Yo creo que no…

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